miércoles, 30 de enero de 2013

NOSTALGIA


Con la delicadeza de quien corta una flor, José tendió la foto sobre su mesita de centro, se inclino un poco para verla más de cerca, después de un golpe cayo para atrás envuelto en un grito parecido al de los gatos cuando se encuentran en su etapa de celo, después se revolcó varias veces sobre su sillón, mas gritos y después un silencio sepulcral, José se reincorporo pausadamente a su posición original antes de los gemidos, volvió a ver  la fotografía, esta vez no grito se inclino hacia adelante y  dejo rodar varias lagrimas sobre sus escuálidas mejillas, el hombre de aspecto más bien desgarbado se encontraba al borde de la enjutes, como comúnmente se diría con la sensación de tener el estomago pegado a la espalda, sin algún tipo de recuerdo de la última vez que tomo una comida completa, claro hacia varias semanas o meses que sobrevivía con cualquier tipo de comida, primero cualquier cosa que en la tienda encontrara, que solo fuera cuestión de quitar una envoltura o sacar una tapa, pero desde hace varios días que no probaba algún tipo de alimento sólido, consumiendo por desayuno un vaso de ron blanco con agua de la llave, seguido de un generoso porro de marihuana y tres cigarrillos sin filtro, después se tiende en ese sillón y cuidadosamente saca esa caja de zapatos roída donde guarda sus recuerdos, fervorosamente como si se tratara de una plegaria tiende su mirada varias horas sobre aquel pedazo de papel donde cada dia menos se ve el rostro de una bella mujer, vuelve a repetir su dosis de sustancias y melancolía, tal vez quince o veinte veces al dia, hasta que su cuerpo fatigado y consumido se deja vencer la mayoría de las veces antes de que el sol se oculte, no sin antes guardar lo único que le recuerda como era sus facciones, caso siempre después de un par de horas de sueño, se levanta resacoso sin saber la hora exacta de la madrugada, con la tenacidad que en otros tiempos amaba a esa mujer, busca su botella y toma un largo trago de ese fuego embotellado, de repente cree sentirse un poco mejor, busca entre la basura que se encuentra sobre la mesa y encuentra un pedazo de papel hecho bolas, dentro un poco de marihuana procede a espulgar y forja un cigarrillo con el papel de la envoltura del pan, sin reparos le prende fuego, le da unas ondas caladas esperando que con esas fumadas también se vallan sus penas, sus fracasos y los recuerdos que tanto atormentan su alma, después de dar varias vueltas enredando sus sabanas tanto como su mente y sentimientos, vuelve a dormitar un poco más, hasta que el sol se deja vislumbrar por su ventana sin cortinas y abofetea sus ojos, despierta pensando que tal vez hoy, sea un poco diferente a la rutina de ayer, poco después recuerda que debajo del sofá viejo, sigue una caja con varios recuerdos que lo anclan a su tristeza a sentir la necesidad de beber  y fumar un poco mas esperanzado a que su memoria se borre o su cuerpo deje de funcionar, esperando que es lo menos probable que la fémina que atormenta su mente, milagrosamente abra esa puerta y sus brazos y le diga que deje ese modo de vivir, que aun lo espera, que lo ama y lo extraña, ríe por sus absurdos pensamientos, después busca alguna botella a la que le quede algún trago, busca algo de vida en sus ojos de papel.

Cachetes


El cachetes salió de su casa esperando que en el azoton que propino a la puerta quedaran sus frustraciones y dolores que a lo largo de los últimos años se habían abarrotado en su espalda como esos animales marinos que se pegan a la coraza de los barcos, alguna vez el escucho que preferían cambiar el pedazo de barco ya que era casi imposible hacer que esas malditas cosas se despegaran, sintió más hartazgo al saber que nadie le podía cambiar el pedazo de alma donde se le había aferrado la separación reciente con su mujer la distancia con su pequeña hija,  aun la última noticia de que la mujer que el aun amaba con toda el alma había decidido rehacer su vida con un nuevo individuo, al que ya ella llamaba “niño” el mismo sobrenombre que otrora suyo era.

El ruido de la puerta desvencijada y roída por el tiempo en nada aplaco su impaciencia, camino media cuadra hacia el expendió de abarrotes, tratando de quitar de su mente su mierdera vida y las constantes ganas de acabar de tajo con su dolor y tratando de pensar en otras cosas , cualquier asunto diferente al dolor, un saludo seco con la señora que desde hace mas años de los que se pueda acordar a vivido esa tienda, una cerveza tamaño mega para tratar de ahogar recuerdos tamaño jumbo, se enfila hacia el punto de reunión de drogadictos y alcohólicos del barrio, un cigarro de guerra previamente forjado, el ruido de una patrulla, chiflidos y mentadas de madre, las risas de los viejos marihuanos que cuentan sus historias de cómo a ellos en sus tiempo la “tira” les pelaba los dientes y de cómo inclusive los retaban a quitarse el uniforme para poderse dar un cerrón de huevos, alguien  pone leña en la fogata, más de medio cigarro y los estragos comienzan a sentirse o  bien ya nada se siente igual, el dolor es aun  profundo, trató de apagar el fuego de su alma con unos generosos tragos de cerveza, nada funciona, la cerveza y el cigarrillo se han acabado y el cachetes se siente un poco peor que cuando azoto la puerta, solo que ahora el mareo y la güevonada hacen que solo piense en seguir llorando sus penas, en comprar una botella de liquido mas y hacer otro porro, tratar de llegar a un punto donde sea imposible ligar cualquier pensamiento, anular la posibilidad de saber inclusive nombre y dirección, pasado y cualquier  dato que haga recordar a cachetes, después de una buena dosis de depresivos y risas falsas, como puede se incorpora, trata de aclarar la vista apretando sus ojos con sus dedos, poco habla al irse ya bastante dopado, su soledad sabe, lo espera  de nuevo en casa, por segunda ocasión en el día, la puerta se estremece abriéndose de un solo golpe esta vez sin ninguna intención, es solo la cabeza de un borracho chocando con una puerta de lamina vieja, un perro que le ladra al que etílicamente trata de morir, después de acumular en la espalda animales que chupan vida y sueños, quien  trata de olvidar desgastando un recuerdo.